Me hace una ilusión enorme anunciar que la Secretaría de Educación de México ha elegido “El Ladrón de Cerebros” como texto informativo para los alumnos de segundo de secundaria (13 y 14 años), y acaban de distribuir de manera gratuita 17.518 ejemplares por las bibliotecas de escuelas públicas en todo el país.
En Catalunya algunos profesores que lo valoraron consideraron que el libro era demasiado largo y de nivel alto para los estudiantes catalanes. Será que los Mexicanos son más listos.
Permitidme reflexionar sobre este aspecto: Cierto que en los capítulos más espesos de “El ladrón” se habla de temas como epigenética, escáneres cerebrales, antimateria, cambio climático… que podrían parecer demasiado sofisticados para alumnos jóvenes. Yo discrepo rotundamente.
Considero que esta visión secuencial de la educación en la que no puedes explicar qué son las células madre hasta saber qué es el citoplasma o los ribosomas, es completamente errónea. Quizás en matemáticas sí necesitas aprender a resolver ecuaciones de primer grado antes de pasar a las de segundo, pero en el resto de disciplinas ya no es necesariamente así, especialmente ahora que el conocimiento es tan fácil de conseguir online.
Si tienes motivación y curiosidad (principal requerimiento del aprendizaje), tú mismo puedes buscar qué son las “stem cell” en la Wikipedia. Y si leyendo la descripción te aparecen términos desconocidos, pincharás para aprenderlos. Sí; he escrito “aprenderlos”, porque en ese momento tienes ese interés que resulta clave para aprender, y esa conexión con la realidad que no existe en la mayoría de currículums académicos de ciencias. Para enseñar, resulta más eficiente desgranar científicamente la cotidianidad que partir de principios básicos abstractos que no generan interés a nadie.
De hecho yo abogo por una aproximación top-down a la enseñanza de ciertos temas. Por ejemplo deconstruyendo un resfriado en el aula para analizar qué son los virus o el sistema inmunológico (hace poco descubrí que alguien lo había hecho), o resumiendo la historia de la vida en 1000 palabras para intentar que los lectores deseen profundizar más.
Lo primero es despertar el interés, y en “El Ladrón de Cerebros” están todas esas historias científicas apasionantes, curiosas y conectadas con el mundo real, que los profesores no tuvieron tiempo de enseñarnos porque estaban demasiado ocupados pidiéndonos memorizar las valencias de elementos químicos o solucionar rocambolescos problemas de física.
Lo siento si suena agresivo, pero con lo fantástica que es la ciencia… ¿Os habéis preguntado alguna vez por qué la mayoría de adultos la ven como algo complejo y aburrido? Pensad que posiblemente su única referencia son las clases de ciencias que tuvieron en la escuela… por tanto parte de responsabilidad la tienen sus maestros y el curriculum educativo aburrido y complejo que les impartieron.
¿Hay fragmentos complejos en “El Ladrón de Cerebros”? Puede ser, pero qué os hace pensar que un joven de 14 años sepa menos ciencia que un adulto de 40? Quizás incluso tenga el cerebro más receptivo…
_______________
(*) Por cierto: No tengo siquiera imágenes de la edición de “El ladrón de cerebros” para las escuelas mexicanas. A los 3 primeros estudiantes que me envíen una foto a pere@mit.edu les regalo un ejemplar de “S=EX2” firmado, que también al contrario de lo que piensan algunos adultos de pensamiento y espíritu en declive, es un libro muuuuuuy adecuado para ellos y ellas. 😉
No he leído «El Ladrón de Cerebros» pero soy muestra e impulsor del autoaprendizaje y especialmente partidario de seguir el entusiasmo juvenil con enseñanza a curriculum abierto. Me anotare en la lista de los libros que están en oferta y ofrezco enviar opinión honesta y desinteresada.